¡Ay, luna de nardo, flor potable de un sendero!
Acaricia mi sombra que voy de vuelo.
¡No te pares, mi luna, en el tejado,
esta noche de recién suspiro!
¡Mira, que estoy mirando tu velo de porcelana
y la niña tiene celos de ti!
¡No te asomes a mi ventana,
que las sábanas podrían atraparte
y no saldrías con vida de esa prisión!
¡Ay, luna, que besas el mar con tus labios invisibles,
no sueñes más con tu campanario de cigüeñas
y tu caballo de recién casada!
¡No te mires en el pozo,
que los guardianes te sorprenderán
y te ahogarán en la penumbra
junto a la música del ruiseñor!
¡Llora mi luna entre las fibras de terciopelo,
serpeado en el atardecer del cielo!
¡Busca tu pañuelo bordado de plata,
debajo del ciprés y del limonero!
¡Ay, luna, extraña navegante sin brújula!
¿Dónde buscarás tu espejo para verte,
y tu peine para deshilvanar tu cabello?
¡No te reflejes en el patio esta noche!
¡No, por favor, no te manifiestes este atardecer,
que los titanes están a la caza,
y los serenos vigilan entre las mariposas!
¡Ay, luna, gallarda solitaria,
no te muestres esta noche
cuando los perros aúllan en los corrales
y mi alma muere de amor!
¡Esta noche no!
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