INTRODUCCION. EL AUTOR
La sociedad contemporánea ha decidido sacar a la luz todos sus artilugios para desterrar a los artífices de la palabra. Y los ha sometido a un juicio escandaloso en los salones del nuevo dios: el dinero. Pero se ha vuelto contra sí misma y algunas voces prodigiosas han alertado sobre esta lamentable pérdida para toda la humanidad.
El escritor no puede ser desterrado del tejido social, pues no es otro que una persona viajera en el camino de la vida que se para en la cuneta para escribir sus impresiones mientras los demás caminan. Y esta parada no puede ser sustituida, o al menos no debe.
La “mística de la mirada” se cimenta sobre sí misma, ya que aunque un paisaje permanezca impasible, una mirada jamás se repite. Y esta parada implica una reflexión de distanciamiento de la realidad. Por esta razón, el escritor, y en concreto el poeta, tiene alma de peregrino y palabras de trovador.
Los poetas son capaces de sacar el jugo más recóndito de la existencia y reclaman el amor, la pasión, la libertad, la tolerancia, la justicia, el respeto… para mantenernos despiertos, para no perder la esperanza, para soñar sin desfallecer. Ellos escriben de lo que hemos olvidado, de la añoranza de lo Eterno. Y, posiblemente, éste es el origen de la soledad del poeta y de su indefensión ante la sociedad.
Este libro de versos, “Aprendiz de poetas”, es un elogio a todas las personas que han hecho de su vida un proyecto de poesía, y quiere animar a todos a sacar a la superficie el espíritu de poetas que llevamos dentro.
PRÓLOGO. DOLORES ARROYO LÓPEZ.
La poesía de Francisco Baena fluye bajo una perspectiva
intimista y profunda, rodeada de las cosas cotidianas de su entorno y de los
pueblos por los que ha ido pasando, que indudablemente han dejado su profunda
huella.
Cantor de la justicia social evangélica, quiere con su libro “Aprendiz de poetas”, dar rienda suelta a sus sentimientos, y, como él dice en su Prólogo, pararse en la cuneta de la vida para meditar y sacar sus propias conclusiones.
Deseamos a Francisco Baena que continúe en su quehacer literario, y le damos la enhorabuena, porque todo libro de poesía aporta nueva savia y está enraizado en nuestra forma de ver y sentir la vida, tratándola en su doble vertiente, de mensaje y belleza.
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