NAVIDAD SIN ESPECTÁCULO. Deseos de eternidad.
"¡Dios de la paz y del combate,
Dios de
la tierra y del cielo,
nace
otra vez en nosotros"
(E.
DE CHAMPOURCIN)
Perdida en la memoria de esta historia nuestra,
sin mucho ruido, ruido que pone en vilo a los imperios,
imperios de poder, imperios de oro, imperios de águilas,
allí donde los anales de los reyes no dejan huellas,
allí donde los ruiseñores olvidan su dulce canto,
allí donde los dueños y señores han marcado STOP,
en ese mismo lugar que nadie recuerda ni sabe bien dónde
ha acontecido el milagro, ha surgido un alumbramiento.
Una mujer sencilla, aldeana por más señas,
repudiada por ser hembra, mal mirada por ser mísera,
criticada por ser embarazada antes de tiempo,
ha dado a luz un niño, un niñito sin adornos,
sin muchas sonrisas ni cortejos,
sin muchos regalos ni arcas;
un niño que llora de frío,
un niño que se consuela en los pechos,
un niñito indefenso y desvalido.
Este niño nacido en los olvidos de la historia,
sin muchas panderetas ni zambombas,
ha cambiado el secreto de la divinidad,
ha naufragado los mitos de los dioses,
ha escondido su mirada en el hombre,
sin mucho esfuerzo, sin mucho miedo.
Este niñito nacido se ha metido dentro de nosotros,
dentro del corazón para dejar huellas eternas
en este mundo tan poco humano, tan poco niño.
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